«Málaga» por Fran Sanabre

Os presentamos otro relato escrito por nuestro amigo Fran Sanabre. En esta ocasión, nos transporta a -La Farola- con una historia desgarradora, pero juzgadla vosotros mismos.

Málaga

El 28 de agosto de 1936 se apagaba La Farola de Málaga y Carmen, llorando apesadumbrada, observaba la oscuridad desde el balcón de su casa. Con una mano secaba su cara y, con la otra, buscaba en el bolsillo una carta.

Mi amada Carmen:

Tres meses sin verte y me parecen años, quién nos iba a decir el día que me fui al servicio militar que la guerra tocaría a nuestra puerta. A mí y a otros soldados de Infantería de Marina nos han destinado al crucero Baleares. Ya no estoy en Cartagena, en el Tercio de Levante. Me tratan bien y surco los mares, como siempre habíamos soñado hacer tú y yo. Me gusta, pero me faltas tú, te echo de menos. No hemos entrado en combate, ojalá nunca lo hagamos. No quiero matar a nadie. Por seguridad no puedo decirte cuál es nuestro rumbo, aunque espero hacer escala en Málaga y poder besarte. Sueño contigo despierto y dormido, en el día que vuelva a tus brazos, en tu pelo, tus labios, tus ojos negros mirando al mar, esperándome.

Llevo tu foto en el bolsillo izquierdo, sobre el corazón, junto a la estampa de la virgen que me dio mi madre. Espero pronto ver la luz de La Farola de Málaga, donde nos besamos la primera vez, así sabré que estoy en casa. Te amo. Siempre tuyo: Antonio.

Carmen, la bella malagueña, estrelló la carta en su pecho y gritó de dolor mientras se ahogaba en llanto. Enloquecida, abandonó la idea de peligro y, decidida, se echó a la calle descalza, sólo con un vestido negro. Ya era de madrugada. Evitó ser vista y se movió como un gato por las calles secundarias al amparo de la sombra y los soportales. No se cruzó con ningún soldado de ronda, algo extraño, y llegó con facilidad a la base de La Farola. Deslizó una horquilla del pelo en la cerradura de la casa del farero y hurgó procurando no hacer ruido. Ya no le importaba nada. Casi una hora después la cerradura cedió y abrió la puerta. Nadie la había descubierto. Subió hasta la torre y encendió la linterna. Se coló hasta la pasarela y observó el mar, como si el Baleares fuera a estar allí, esperando. Luego miró al oeste, a la cuidad, y sonrió ante la belleza de Málaga. Suspiró con los ojos cerrados. Ya no volvería a abrirlos. A lo lejos se escuchó un disparo. Un beso de plomo de un francotirador alcanzaba a Carmen, que cayó sin vida desde lo alto. Todavía se la ve en el Muelle de Levante o en la pasarela de La Farola, siempre mirando al mar, esperando.

En 1993, el último farero de La Farola de Málaga, cerraba la puerta y echaba la llave. Una mujer lo sujetó del brazo. Era una joven malagueña que andaba descalza. Él ya conocía al fantasma. Se preparó para responder, como siempre que ella preguntaba:

  • Farero, ¿quién ganó la guerra?
  • Perdimos todos, Carmen.

«El piano» por Fran Sanabre

Contamos de nuevo con la colaboración de nuestro amigo Fran Sanabre. Hoy nos trae un nuevo relato, apasionante e intenso, pero dejemos que sea él quien nos lo descubra.

El piano

Hoy viajamos hasta el faro de Seguin Island, en Maine, donde un hombre perdió la cordura de la manera más atroz. ¿Nos vamos?

A mediados del siglo XIX, el guardián, que vivía en el faro con su esposa, decidió tener un detalle con ésta, ya que la pobre se aburría demasiado en aquel solitario paraje. Pensó cómo romper la monotonía y tuvo una idea: Comprar un piano.

¡Qué fantástica idea! Ella estaría entretenida y él disfrutaría de la música, música que rompería el silencio de la isla. Un día llegó el piano, estaban ilusionados, iban a ser muy felices con aquel fantástico instrumento.

La esposa del guardián no perdió un segundo y acomodó sus victorianas posaderas en la banqueta, eligió una partitura y comenzó a tocar. Todo era perfecto. Imagino aquella primera noche, ella tocando mientras él fumaba de su pipa en una mecedora, felices. La mujer estaba enamorada de aquella canción, así que la practicó sin descanso, y la practicó, y la practicó… La tocaba una vez, y otra vez, y otra, y otra… Comenzó a ser molesto para su esposo, que le sugirió cambiar de partitura. Ella se negó y continuó tocando lo mismo una y otra vez. Incluso aumentó la intensidad de sus sesiones. La tocaba y volvía a empezar, así durante horas, cada día, sin descanso. Tanta repetición enloqueció a su esposo.

Un día, cegado por la locura, el hombre apuntó con un hacha tanto a su esposa como al piano. Lo que sucedió después bien pudo haberlo escrito Edgar Allan Poe al más puro estilo de “El gato negro”. Sangre y astillas. Por fin silencio. Cuando el guardián del faro recuperó el sentido y supo lo que había hecho se suicidó. Hoy en día, los visitantes de la isla de Seguin dicen escuchar el tintineo de un piano.

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El aislado faro de la isla de Seguin

«Raymond» por Fran Sanabre

Volvemos a contar con la colaboración de Fran Sanabre y de su mano vamos a conocer a Raymond. Si queréis saber quién es y su relación con los faros, seguid leyendo.

Raymond

Hay un lugar en la costa de Gales donde existe un faro abandonado, el de Point of Ayr, también conocido como el faro de Talacre. Os suena, ¿verdad? Os contaré más, pero no me sigáis hasta él, por vuestro bien. Iré solo. Sólo puedo acceder a él durante la marea baja por ese camino de piedra que se ve en la foto. Con la marea alta queda rodeado de agua y no es aconsejable quedarme allí aislado. Sube la marea y es de noche, tengo que darme prisa.

Construido en 1776 y dado de baja sobre 1840 (ni un siglo duró el pobre), ha estado abandonado mucho, mucho tiempo. El último farero, del que sabemos que se llamaba Raymond, murió en el faro. Raymond murió de fuerte fiebre y se ve que su espíritu quedó aquí atrapado en una eterna guardia. Pero nuestro fantasma el farero se siente solo y busca compañía a toda costa. A toda costa…

El fantasma se pasea por la pasarela de la linterna, deja sus huellas en la arena cuando la marea está baja e incluso ha encendido el faro. Pero es su soledad lo que hace que sea peligroso. Son varios los casos de visitantes que, tras estar en el faro de Talacre, sufren de altas fiebres. ¿Será cosa de Raymond? No sé, pero yo ya me voy de aquí, por si acaso. Ha subido la marea, toca nadar en la oscuridad.

Ya he dejado atrás el faro y siento que me quedan cosas por contar, que apenas os he hablado de este fantasma ni del viejo faro abandonado. Pero me tengo que marchar, estoy empapado, me duele la cabeza y me siento muy cansado.

… Creo que tengo fiebre.

Visión introspectiva de un faro por Fran Sanabre

Os presentamos una nueva e interesante colaboración. Contamos con la participación de Francisco Sánchez Abreu, aunque a él le gusta firmar con el acrónimo Fran Sanabre. De Las Palmas de Gran Canaria, como buen isleño no puede vivir sin el mar. Ama la literatura y escribe por diversión, con humildad y sin pretensiones. También ama los faros y un día juntó ambas pasiones en un breve relato. «¿Y si dieran de baja un faro en un remoto islote y dejaran abandonado al farero?» pensó. La idea le resultó trágica, pero en toda tragedia se atisba romanticismo. Y más, si hay un faro.

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Faro de Talacre en Gales

Mi Faro

Soy farero en un faro abandonado. Por esta vieja ruta ya no navegan barcos. No llegan provisiones, ya me han olvidado, y como lo que pesco y me remedio sin tabaco. Enciendo la luz cada noche, que ya no alumbra a ningún lado, que no cobija ni da amparo, que es fría, que muere, olvida… <<Por la mañana la apago>>, pienso desconsolado. No duermo, estoy delgado, ya ni leo, ni sueño, ni hago, ni maldigo y enrabieto, ni soy feliz ni enfado. Quiero olvidar a todos, mi familia, mi pasado, quiero olvidar porque duele, y duele que duela, y duele no ser más fuerte para no sentirme desgraciado. Ojalá fuera listo, ojalá hubiera estudiado. Ojalá no fuera un loco, no estaría solo, hablando solo, sólo porque ni libros me quedan que, de frío y locura, los he quemado. Escribo un mensaje en una botella que lanzo con fuerza al mar bravo, mar bravo que la devuelve a la playa donde mi faro. Náufrago a propósito por la vida que he tomado, pero a veces sueño que avisto la luz de un barco.

Fran Sanabre ha creado hace poco un blog llamado «Cuentos del Purgatorio». Desde esta página os animamos a que lo sigáis para poder disfrutar de sus relatos.

 https://cuentosdelpurgatorio.blogspot.com/