Hace poco más de un año que se publicó la novela «El farero del fin de Mundo» de la periodista y escritora chilena Patricia Štambuk. Hoy tenemos la oportunidad de entrevistarla.
Patricia lleva una dilatada carrera dedicándose a la escritura. Esta novela es la novena que escribe. Además, ha obtenido numerosos premios y distinciones como el Premio Nacional de Periodismo de Chile que se lo concedieron el año pasado. Y por si eso fuera poco, os diremos que fundó el Centro de Estudios del Estrecho de Magallanes y es miembro de la Real Academia Chilena de la Lengua desde 2018 y vicedirectora desde 2022.
Tras ocho libros en los que has hablado de los pueblos originarios de Chile o de la biografía de la compositora y cantante chilena Violeta Parra ¿cómo se te ocurrió escribir sobre un farero?
Nací en Magallanes y los faros son parte de nuestro imaginario austral aunque sea difícil conocer varios de ellos. Eran tiempos de pandemia. Cuando supe que un farero, que era un buen relator y además un talentoso artista, había estado en los faros del Estrecho de Magallanes oriente a occidente, me decidí a ver la soledad desde otro punto de vista, la del farero, que la elige, a diferencia de los años de la pandemia y cuarentenas en que fue una soledad obligada.
Para escribir un libro sobre faros hay que documentarse previamente, ¿de dónde has obtenido toda la información relativa a su funcionamiento y a las costumbres diarias de los fareros?
Si bien tuve que buscar antecedentes históricos en algunos textos, la gran mayoría de esas costumbres, en los años 60, fueron aportadas por el mismo protagonista, José Raúl Rodríguez, que tiene una memoria extraordinaria y realizó todas las tareas que demandaba la atención de un faro en esos años, más pesadas que las de hoy. En mis obras lo documental dentro de la obra es secundario.
En tu novela hablas hasta de ocho faros chilenos, ¿has tenido la oportunidad de visitar alguno? ¿Cuál es el que más te ha gustado?
Sí, conozco los faros San Isidro y Dungeness y otros no habitados. Hace ya muchos años, tantos que no quiero acordarme, participé en un viaje de abastecimiento de faros en los canales occidentales y pude bajar por red de desembarco a un fanal. Un recuerdo imborrable. Ahora espero la oportunidad para viajar a otros.
Nos gustaría saber si la historia sobre el personaje principal, José Raúl Rodríguez LaTorre, o como tú lo llamas en ella, Yul, ¿es un personaje de ficción o si por el contrario es una novela biográfica?
¡Es una biografía de principio a fin! Este libro se inscribe en la línea de las memorias que he realizado, con fuentes primarias, es decir, aquellas personas que protagonizaron los hechos o fueron testigos de ellos. No es una novela como la de Verne, El faro del fin del mundo. Este Farero del fin del mundo es historia contemporánea pura.
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención sobre la vida en los faros?
En el caso de los relatos de don José, la alegría y compañerismo del equipo. El buen espíritu para enfrentar esa soledad y lejanía como una experiencia que muchos han querido repetir, y no solo porque el sueldo sea mayor que lo normal. Hay un encuentro con la naturaleza y con ellos mismos. El que está bien consigo mismo, puede estar bien en un faro azotado por las tempestades en el último peñón de la tierra.
¿Qué curiosidad destacarías sobre alguno de los faros que aparecen en tu novela?
Me impresionaron muchas historias, como la del excepcional día apacible en el agitado Océano Pacífico en el Evangelistas, tal como cuando salió Magallanes por la boca occidental del Estrecho. Por algunas horas fue un lago. También los dramáticos naufragios, a los pies prácticamente del Punta Dúngenes y Fairway; o la muerte cruzada entre fareros y kawésqar en el Bahía Félix. Y sobre todo, me cautivó poder mostrar cómo se aprecia el devenir del mundo, del país, siendo vigías solitarios en el mar.
Muchas gracias, Patricia.