Historia del faro de Cabo Vilán por José María Rodríguez (2ª parte)

Os presentamos la segunda parte de la historia delfaro del Cabo Vilán, de la mano de José María Rodríguez.

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Detalle de la lente

LA ELECTRICIDAD, UNA REVOLUCIÓN

El 15 de enero de 1896 se inauguró el faro eléctrico de Cabo Vilán, el primer faro eléctrico instalado en España. La inexistencia de electricidad comercial y la inviabilidad de la construcción de una minicentral hidroeléctrica en algún rio próximo, obligaban a producir la electricidad en el propio faro, lo que implicaba una tecnología novedosa y compleja, muy distinta de lo acostumbrado en los faros de la época. El espacio necesario para esta instalación sumado al carácter de faro de primer orden requería un edificio de dimensiones y características muy diferentes de la austeridad habitual de los faros decimonónicos.

Para producir la electricidad eran necesario disponer de aljibe, carbonera, caldera, depósito de agua, bombas de alimentación, máquina de vapor, magnetos y la fuente de luz, que era una lámpara de arco voltaico entre electrodos de carbón; todo ello muy distinto de las lámparas de aceite y petróleo al uso en el resto de los faros españoles. El espacio necesario para la maquinaria, talleres, almacenes, viviendas y demás dependencias necesarias en cualquier faro ocasionó la construcción de dos edificios en la explanada, uno para toda la maquinaria, con el aljibe subterráneo, y otro para talleres, almacenes y viviendas.

El sistema consistía en transmitir el movimiento de las máquinas de vapor a las magnetos para generar la corriente eléctrica y conducirla hasta la lámpara de arco voltaico. La operación correcta y el mantenimiento de toda la maquinaria requería conocimientos técnicos muy superiores a los comunes de los torreros de la época. El exigente manejo del faro ocasionó que se redactara un reglamento específico para el servicio que detallaba todas las operaciones necesarias para el funcionamiento del faro y la forma en que debían realizarse.

La vigilancia de la luz era continua porque la eficacia del faro dependía del centrado de la chispa luminosa en el foco de la óptica, mucho más en el caso de una pequeña chispa eléctrica que en faros ordinarios con lámpara de llama viva. Los electrodos de carbón se consumían muy rápido por lo que mientras permaneciera la luz encendida el centrado debía comprobarse casi continuamente. La excesiva incandescencia que se obtenía obligaba a cambiar la lámpara por la de reserva cada veinte minutos. El sistema permitía elegir entre cuatro intensidades diferentes de luz en función de la transparencia atmosférica que debía vigilarse cada media hora. Cada cambio de intensidad implicaba el cambio de los electrodos de carbón por los de calibre adecuado a la nueva intensidad a utilizar. También era necesario operar a la vez la maquinaria de producción eléctrica por lo que el turno debía ser siempre al menos de dos personas, una en la linterna y otra en la sala de máquinas. Todo ello obligó a dotar al faro de una plantilla de ocho torreros. La Dirección General de Obras Públicas buscó voluntarios con los conocimientos adecuados por todos los faros del país.

La óptica que albergaba la lámpara tenía 16 lentes para dar grupos de dos destellos con un periodo de veinte segundos y con 40 millas de alcance, mientras que el mecanismo de giro daba una vuelta completa en dos minutos y medio. El conjunto se alojaba en una gran linterna de cristales curvos y montantes verticales colocada sobre la torre de piedra de 24 metros de altura que elevaba la luz a 104 metros sobre el nivel del mar.

Tras la novedad de su inauguración, el faro siguió las vicisitudes habituales de cualquier faro, es decir, modernizaciones periódicas permanentes. En 1922–1924 se cambió el sistema de arco voltaico por lámparas de incandescencia, se instaló un sistema de giro sobre flotador de mercurio, se introdujo la energía eléctrica de red comercial y grupos electrógenos diésel de reserva. La supresión del sistema de producción eléctrica permitió demoler el edificio de maquinaria y liberar la explanada de acceso. También se instaló un radiofaro que emitía en cadena con los de Finisterre y Silleiro. En 1962–1964 se cambió la linterna original por una linterna aeromarítima y la óptica de 1896 por una óptica con paneles aéreos, se instalaron lámparas de 3.000 vatios, nuevos grupos electrógenos de reserva y se instaló una sirena de niebla de vibradores electromagnéticos. Más recientemente se sustituyó la lámpara, se instaló una baliza RACON y se sustituyó el radiofaro por una estación correccional de tecnología satelitaria.

La ubicación en tan complicada y peligrosa costa ha hecho al faro de Cabo Vilán ser testigo de muchos de los naufragios que, desgraciadamente, caracterizan A Costa da Morte; entre otros, el ya citado Serpent, Irish Hull, Tumbridge, Tinacria, Brigneti, Seebold, Ciampa, Cabo Verde, Avon Blancy, Black Arrow, Nord Atlantic, Olimpye, Banora, etc. que marcan para siempre la historia de este faro. Además, y en ambas Guerras Mundiales, esta costa fue testigo de las escaramuzas navales entre los contendientes, sucediéndose multitud de hundimientos por submarinos, como el del Actaeon, mercante norteamericano hundido por un sumergible alemán en 1917 y parte de cuyos náufragos arribaron al faro tras una peripecia de once días de supervivencia en el mar.

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Las lámparas que hacen posible que la lente del faro se ilumine
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Fabulosa perspectiva de la linterna y la lente
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Cúpula de la linterna y torre del faro
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Dejamos atrás la imponente torre del faro

Muchas gracias, José María, por compartir esta interesante información.

Las Luces del Largo. 10 Finisterraes. Los faros de Galicia

Os presentamos la décima y última entrega de Las Luces del Largo, una serie de “reseñas” realizadas por Edgar Max, dibujante y creador de Bill el Largo (de ahí el título). Edgar escogió algunos de los muchos libros que ha leído sobre faros y nos los ha comentado durante diez semanas desde una perspectiva muy singular, dándoles un toque muy genuino. Muchas gracias por compartir tus lecturas con todos nosotros.

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Edgar se ha quedado corto al describir la calidad de las imágenes.

10.- FINITERRAES. Los faros de Galicia

(Xulio Villarino)

Última reseña de este invierno de luces.

No sé dónde -ni cuándo- estáis leyendo esto, pero por aquí, -por estas costas-, llevo ya manga corta y las horas de sol se alargan. Llega el momento, casi, de desempolvar viejos mapas y trazar rutas, de planear viajes a faros perdidos y desenterrar tesoros. Ya no habrá más rolletes pseudo-literarios los viernes al alba a vueltas con los faros. Pero antes del último trago, os dejo por aquí un libro que hará las delicias de los que buscáis horizontes espectaculares y puestas de sol de leyenda. Muchos otros quedan fuera, para otro invierno, pero éste contiene unos faros muy especiales para mí y debe estar en la lista.

Son los faros de Galicia. Tal cual. De Isla Pancha a Cabo Silleiro. Tanto si los habéis visitado y conocéis al dedillo como si no, las fotos del libro son tan chulas que merece la pena atesorarlo y perderte en sus paisajes; roquedales escarpados, oleajes salvajes y brumas que te calan hasta los huesos van desfilando ante nuestros ojos… Y ellos, claro, los monolitos erigidos por el hombre en esos lindes del continente, allí donde el sol se pone y los monstruos de los mapas acechan con las fauces abiertas. Un catálogo de viejos amigos retratados con cariño y pericia por Xulio que merece una banda sonora de melodías prohibidas tocadas con gaitas prohibidas. Aunque debo tener como 7000 fotografías tomadas por mí mismo de esos mismos faros, ninguna se puede comparar a sus majestuosas tomas, así que odio profundamente al autor por eso. Lo compré en una librería de Santiago -el libro, no el autor-, justo antes de meterme en una tasca donde… Bueno, siento que eso ya es otra historia.

No me extiendo más porque algún día, espero, visitaremos juntos muchos de esos faros, hasta Finisterre. Y es que allí donde terminan las rutas jacobeas llegó a su fin también el viaje de FDT y si me decís que es muy poco formal meter publicidad de tu propia obra en una “reseña”, os diré que en esta tasca virtual todo va de la mano: piratería y literatura, faros y naufragios, cómics y leyendas.

Gracias por leer.

¡Salud! 🖤☠⚓

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Portada del ejemplar de Egar Max en el que nos ha hecho un guiño con el calendario de Obsequia Regalos Inusuales que le regalamos.

¡Feliz día de San Valentín! Amamos los faros

Otro año más, desde este blog Los Faros del Mundo os deseamos un feliz día de San Valentín. Hoy, los enamorados celebran su amor, y nosotros que somos uno fanáticos de los faros, también queremos reivindicar la pasión que tenemos hacia estas fabulosas construcciones que nos hechizan.

Desde «Cape Saint George lighthouse» nos felicitan por San Valentín
-Feliz Día de San Valentín- Happy Valentine’s Day

FELIZ SAN VALENTÍN

Acuarelas de faros peninsulares por Nika

La semana pasada os presentamos las acuarelas que Nika había dibujado de algunos faros mientras realizaba la ruta de Camí de Cavalls en la isla de Menorca. Hoy os traemos faros de toda la península ibérica y de la costa de África.

Nika suele dibujar todos los paisajes, monumentos y edificaciones que encuentra a su paso, y los faros no pasan desapercibidos para ella, y eso nos complace muchísimo.

Si queréis ver todos los dibujos que ha hecho no dudéis en visitar:

  • IG:                                                       @nika_painter_nk
  • Nueva página web:                        www.nikapainter.com
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Faro de Isla Pancha
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Faro de Melilla desde dos perspectivas diferentes
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El peñón de Gibraltar y el faro de Punta Europa
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Faro de Punta Europa, Gibraltar
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Recopilación de los faros que ha dibujado Nika por toda la costa peninsular

Muchas gracias, Nika. Seguiremos tus creaciones y cuando tengas más faros avísanos para que los publiquemos.

Historia del faro de Cabo Vilán por José María Rodríguez (1ª parte)

A continuación, os presentamos la historia del faro del Cabo Vilán; un faro del que se sabe relativamente poco porque las fuentes en internet sólo aportan datos confusos. José María Rodríguez nos avisó del error que cometimos al publicar una efeméride y nos comentó que se había documentado sobre la verdadera historia del faro…

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Panorámica del faro de Cabo Vilán

EL FARO DE CABO VILÁN

En plena Costa da Morte, en el municipio de Camariñas, provincia de A Coruña, se encuentra el Cabo Vilán. Este paraje acumula características que le hacen un lugar particularmente atractivo; está ampliamente recomendado en todo tipo de guías turísticas y de viaje y recibe gran cantidad de visitantes que llegan allí llevados por distinto interés, desde amantes de la naturaleza hasta radioaficionados, pasando por aficionados a los paisajes marinos, senderistas, fotógrafos, aficionados a los faros y cualquier otro tipo de viajeros y turistas en cualquier fecha del año. La razón para ello es que el cabo es un verdadero prodigio natural, que ya en 1933 había sido declarado Sitio Natural de Interés Nacional. A este innegable atractivo, hay que sumar que en el Cabo Vilán se ubica uno de los faros más significados de España, como primer faro eléctrico del país y porque su espectacularidad y peculiares características constructivas le han convertido en un verdadero emblema de la Costa da Morte. Hoy repasamos su historia.

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Los 24 metros de altura de la torre octogonal parecen muchos más desde abajo

EL PRIMER FARO

Este promontorio rocoso se adentra en el mar cerrando por el norte la ría de Camariñas, que está cerrada por el sur por la Punta de la Barca en Muxía. La ría siempre tuvo importancia comercial y pesquera, y a mediados del siglo XVIII se construyó para su defensa un fuerte artillado llamado el Castillo del Soberano. El cabo se adentra en el mar en dirección nor-noroeste con una costa llena de bajíos y rompientes que supone un fuerte riesgo para la navegación, que se agrava por los frecuentes temporales atlánticos. Además, el cabo se prolonga por un gran islote denominado Vilán de fora.

La ubicación del cabo Vilán le convirtió en un importante punto de recalada de paso obligado en todas las rutas desde la Europa atlántica hacia el Mediterráneo, África o Asia. En la zona siempre hubo naufragios y, con el incremento del comercio colonial en el siglo XIX, el número de tragedias aumentó considerablemente. El Plan General para el Alumbrado Marítimo de las Costas y Puertos de España e Islas Adyacentes de 1847 reconocía la necesidad de señalizar el cabo Vilán, pero no daba por segura la construcción de un faro y lo condicionaba al efecto combinado de los faros previstos para las Islas Sisargas y al Cabo Touriñán –que posteriormente se construyó en cabo Fisterra–. El plan establecía que si definitivamente se construía un faro sería una pequeña luz de enlace entre los dos anteriores.

Y así fue, el 10 de julio de 1854 se inauguró un faro de cuarto orden con una torre de 7 metros de altura, luz blanca fija y 10 millas de alcance, dando comienzo la historia del faro. Aquella pequeña vela de aceite de oliva se construyó sobre el mayor error de emplazamiento de la historia de los faros españoles. La casi imposibilidad de construir el edificio en la parte más alta del cabo ocasionó que el faro no se viera desde todo el horizonte marino, sino que tenía un sector ciego de más de treinta grados justo en la zona más saliente del cabo y el Vilán de fora. Durante las obras se trató de retirar el obstáculo con desmontes y voladuras, reduciendo el sector ciego sin llegar a suprimirlo. Antes de inaugurarse ya parecía claro que la única solución era cambiar el faro de sitio.

En 1877 a causa de la petición oficial británica de aumento de alcance se reformó el faro elevando la torre 3 metros, instalando una lámpara de petróleo y un aparato de rotación y lentes para dar una nueva característica de luz blanca fija variada por destellos rojos con un período de 4 minutos; pero estas mejoras no arreglaron el problema del sector ciego.

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Pablo @ExoCoordenadas ha aportado esta imagen que clarifica bastante la ubicación de los dos faros.

Durante 1879 la Comisión de Faros planteó reformas en los faros de Galicia y decidió instalar en cabo Vilán un faro de primer orden, lo que necesariamente implicaba una torre mucho más alta y un edificio mayor. Además, como absoluta novedad en España, se previó que el nuevo faro pudiera iluminarse con electricidad.

La necesidad de la nueva construcción resolvió el problema del emplazamiento. El nuevo faro se construiría en el sitio más alto. Sería una gran torre construida sobre las rocas que tapaban al faro viejo. Pero allí arriba no había espacio para el gran edificio necesario para un faro de primer orden lo que obligaba a separar la torre del edificio. La solución fue construir el edificio más abajo, en una explanada abierta aprovechando una depresión del terreno entre las ubicaciones del faro viejo y de la nueva torre, y unir ambos mediante un paso protegido.

Por fin, la Comisión de Faros decidió en 1885 que el nuevo faro fuera eléctrico. La electrificación se aprobó por 4 votos contra 3. El retraso en la decisión y el ajustado resultado de la votación muestra claramente las dudas de la Comisión porque, pese a las ventajas de la iluminación eléctrica, las dificultades para la obtención de la electricidad eran enormes tanto en complejidad técnica como en gasto económico. No obstante, pese a todo, las obras comenzaron en 1888.

En 1890 en la roca Boi, muy cerca del cabo Vilán, naufragó el acorazado británico H.M.S. Serpent, con el resultado de 172 fallecidos. Es el naufragio más conocido de los sucedidos en estas costas. Pese a que la roca Boi está muy alejada del sector ciego, las circunstancias conocidas aparentaban que con un faro más potente la tragedia hubiera podido evitarse. Así, con frecuencia se dice y se escribe que el naufragio fue la causa de la construcción del nuevo faro, pero la realidad es que el cambio del faro había sido decidido once años antes y la construcción del nuevo faro ya estaba avanzada en el momento de la tragedia.

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La torre impone desde la base a pesar de no ser tan alta como parece.

En nuestra próxima entrega conoceremos más datos sobre este interesante faro de la mano de José María. Muchas gracias.

Las Luces del Largo 9. The Wreckers

Os presentamos la novena entrega de Las Luces del Largo, una serie de “reseñas” realizadas por Edgar Max, dibujante y creador de Bill el Largo (de ahí el título). Edgar ha escogido algunos de los muchos libros que ha leído sobre faros y los va a comentar desde una perspectiva muy singular.

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Algunas de las impresionantes fotografías que ilustran el libro.

9.- THE WRECKERS

(Bella Bathurst)

Hoy hacemos trampa, amigos…

¡Una historia de mares letales, falsas luces y barcos saqueados! reza el subtítulo de esta obra de Bella Bathurst, la penúltima de este ciclo de reseñas invernales marca Bill el Largo. Como adoro las simetrías y las historias circulares, echamos un vistazo a otro libro de la autora de “The Lighthouse Stevensons” -que fue el segundo libro que comentamos por aquí-. Lo más crudo del crudo invierno parece haber pasado ya, al menos por estas tierras, y diez siempre ha parecido un buen número para esta clase de cosas. Así que vamos a ir cerrando esta extraña historia de libros ajenos, retales de luces y mares embravecidos.

En castellano la palabra “raquero” no se aproxima ni por asomo al significado del término anglosajón “wrecker”, del que se supone que procede y que designa a un tipo muy específico de saqueador: el que roba o se aprovecha de los cargamentos de los buques naufragados; gentes costeras que hacen su vida andando al raque, sobreviviendo gracias a los naufragios que tormentas y escollos les enviaban. En ocasiones, -aunque es complicado de demostrar pero las leyendas así nos lo han hecho creer y la literatura así lo ha grabado en el imaginario colectivo-, parece que algunos llegaban a encender falsas luces (oscilantes linternas en lo alto de acantilados para simular las luces de otro velero, por ejemplo) para que algún barco equivocase su ruta y embistiese los traicioneros bajíos de rigor. Si habéis leído “Jamaica Inn” de Daphne du Maurier o visto la adaptación al cine de Hitchcock, ya sabéis de lo que hablamos (y si sois lectores fieles de FDT, también)…

Bella repasa la legislación sobre el tema desde sus oscuros orígenes hasta la actualidad y visita las costas más asesinas del Reino Unido, los lugares que sólo con nombrar hacen santiguarse a los capitanes de navío más veteranos. Es un relato apasionante, y aunque puede parecer a veces que se está estirando más de la cuenta con entrevistas que quizá no aportan gran cosa o divagaciones acerca del destino de las carcasas de las ballenas varadas, es un auténtico placer para los que escapamos de la realidad con estas cosicas. Con ella de la mano -vieja amiga ya si has leído su libro sobre los Stevenson- visitamos los arenosos bajíos de Goodwind Sands, en la costa este; el tormentoso Pentland Firth del brumoso norte; las islas Scilly y el infame Cornualles, donde estaba (y está) la Posada Jamaica, la novela que asoció para siempre ese rincón de Inglaterra con esta extraña forma de piratería.

-Entonces, a ver si lo entiendo… ¿es este un libro sobre faros, Largo, o qué?-interrumpe un lector convulso.

Pues no, la verdad. Ésta vez hago de trilero. No sale ni uno.

Pero no podía faltar en este listado de libros de faros por ser, precisamente, el negativo necesario, el lado oscuro, lo que sucede en ausencia de luces. Si los Stevenson fueron una saga familiar de “héroes” salvíficos, los “Wreckers” son los villanos que medran en la sombra y la desgracia, los que acercan el cuchillo a la garganta del marinero a medio ahogar. Aunque podríamos descender al abismo del contexto socio económico de cada época y dinamitar esa interpretación de opuestos ramplona, no lo hacemos (Bella no lo hace) y nos quedamos con la búsqueda de ese reverso tenebroso algo esquivo. Tras leer el libro no queda claro si verdaderamente se llegaron a encender falsas luces para “ayudar” a las tormentas a hacer su trabajo o, más bien, los wreckers eran “villanos” en su sentido original, aldeanos, que sobrevivían con las generosas aportaciones de corrientes marinas, ciclogénesis explosivas y alevosas rocas. Queda al arbitrio de la interpretación de abstrusos apuntes judiciales y al pálpito de cada uno…

Más allá del tema principal, -y de la posibilidad de un estudio profundo de las causas políticas del fenómeno-, abunda la información sobre las maneras de vivir y las creencias de los habitantes de estas costas mortíferas. Ahí es donde, en mi opinión, está el tesoro de este libro: en los apuntes que vas cogiendo para apuntalar tus propias futuras historias ambientadas en un mundo donde al náufrago es mejor dejarlo morir, -puesto que Dios es el que envió la tormenta y salvarlo es quebrar SU voluntad-, y donde gente acuciada por el hambre se emborracha y se entrega a bacanales desmedidas cuando toneles y toneles de licor llegan a la costa como un regalo divino; donde las casas están fabricadas con tablones de barcos naufragados y en cada jardín hay un mascarón de proa; donde la cubertería de un granjero de Orkney pueda tener grabadas las iniciales de un capitán de navío y sus sábanas ser de la mejor seda…

Así que no hay faros hoy, sólo hienas marinas, pero los habrá la semana que viene…

¡Salud! 🖤☠⚓

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Ejemplar del libro de Edgar Max

Efemérides sobre los faros por años. 1850-1851

Años

1850-1851

-1851. Se enciende oficialmente “Arthur Head lighthouse” en Arthur Head, Fremantle, -Western Australia- Australia Occidental (Australia). Su encendido coincide con el de “Wadjemup lighthouse”.

-1851. El gobernador del Cabo, Sir Henry George Wakelyn Smith erige en Bird Island una torre piramidal de madera; desde la que se exhiben en diferentes posiciones dos luces blancas. El faro se encuentra en Bird Island, bahía de Algoa, -Bird Islands Group- grupo de islas e islotes, provincia Eastern Cape (Sudáfrica).

-1851. Un huracán destruye la torre de madera de “Dog Island lighthouse” en Dog Island, golfo de Florida, Carrabelle, condado de Franklin, estado de Florida (Estados Unidos). Era la segunda torre que se había construido en el lugar y databa de 1843.

-1851. Se enciende por primera vez “Wadjemup lighthouse”, también conocido como “Rottnest Island light station” en Rottnest Island (Australia). El faro estaba construido desde 1849, pero tuvieron que esperar a que se instalase una lámpara giratoria y un mecanismo de relojería.

VI edición del concurso «Trivial de los faros»

Os informamos que la sexta edición del concurso «Trivial de los faros» ya ha empezado. En esta edición del concurso contamos con la colaboración de Juan José Villalba. Nuestro amigo nos ha proporcionado las dos fotografías con las que hemos confeccionado los dos modelos de calendarios con los que premiaremos a los acertantes.

Vamos a regalar 40 calendarios [20 de cada modelo] a aquellos que respondan correctamente las dos preguntas. Los calendarios tienen las imágenes de dos de los faros de la provincia de Cádiz. Uno es el “faro de Trafalgar” y el otro es el “faro de Punta Carnero”. Vosotros decidiréis cuál de los dos queréis que os enviemos.

Ya conocéis el funcionamiento del concurso, pero no está de más recordarlo para todos aquellos que lo desconocen. Tan solo tenéis que responder a las dos preguntas que os formulamos sobre las entradas que hicimos en nuestro blog durante el pasado mes de enero. Parece excesivo, pero visto la rapidez con la que habéis respondido en anteriores ediciones no lo es tanto.

Una pista: leed sólo las entradas que contienen efemérides de los faros.

1ª pregunta.

¿Qué proyecto presentado por el ingeniero Ángel Camón se materializó?

2ª pregunta.

¿Qué sucedió con la fragata F-300?

Os recordamos que el próximo lunes día 28 de febrero termina el plazo para enviar las respuestas. Para que nadie pueda copiar las respuestas, os pedimos que nos las enviéis por un mensaje privado a:

Muchas gracias y suerte a todos.

Acuarelas de los faros de Menorca por Nika

Os presentamos el fabuloso trabajo de Nika. Se trata de unas acuarelas con una temática que nos apasiona (los faros). Como podéis comprobar esta artista ha dibujado algunos de los muchos faros que existen en las islas Baleares. Nika también ha dibujado otros faros de la península, pero dejemos que sea ella quien nos lo cuente. Nosotros nos limitamos a compartir sus acuarelas y a disfrutarlas.

«Soy Nika, ilustradora en acuarela y plumilla de lugares del mundo. En el año 2021, me he centrado en ilustrar algunos faros de España. Hay algo en ellos que me transmiten algo especial y disfruto mucho ilustrándolos. Sobre todo con la técnica de la acuarela que es ligera, espontánea…

El verano pasado estuve en la isla de Menorca y mientras realizaba la famosa ruta de Cavalls, pinté estos faros que os muestro. La ruta recorre toda la isla por la costa. Así, que además de disfrutar de las hermosas vistas, pude observar los siete faros que se encuentran en Menorca».

Gracias por compartir mi trabajo, y espero que os guste.

Si queréis ver más, podéis verlos en su perfil de:

  • Instagram:                            @nika_painter_nk
  • Nueva página web:              www.nikapainter.com
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Faro de Cavalleria
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Faro de Ciudadela
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Faro de punta Nati
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Nika nos ha enviado este recopilación con los faros que dibujó durante su estancia en la isla.

Nos despedimos agradeciéndole a Nika su colaboración desinteresada y animándoos a que visitéis sus páginas para deleitaros con su fabuloso trabajo. Al mismo tiempo, os recordamos que seguiremos compartiendo sus nuevas creaciones.

Las Luces del Largo 8. Cuaderno de faros

Os presentamos la octava entrega de Las Luces del Largo, una serie de “reseñas” realizadas por Edgar Max, dibujante y creador de Bill el Largo (de ahí el título). Edgar ha escogido algunos de los muchos libros que ha leído sobre faros y los va a comentar desde una perspectiva muy singular.

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8.- Cuaderno de faros

(Jazmina Barrera)

Me lo recomendó un amigo, uno de estos que escriben cosicas y encima se las publican, otro amante de los faros. A él, a su vez, se lo había hecho llegar otro amigo sabedor, supongo, de su infame filia. Así funcionan estas cosas, claro.

Me hice con él en cuanto pude y devoré este “Cuaderno de faros” en un par de ratos de insomnio. Aunque “paladeé” hubiese sonado más apropiado, la verdad. A caballo -de espuma- entre el ensayo, el libro de viajes y el diario más introspectivo, las páginas de esta obrita están repletas de faros visitados por la autora y faros leídos por la autora: experiencias, impresiones y faros literarios se funden en una narración de ritmo sincopado que se lee con el mismo deleite que puedas sentir al encontrar un viejo álbum de fotos que creías perdido con tus propias vivencias de juventud. Y es que, aunque conozcas los faros de los que habla, -por haberlos visitado en vivo o en libro-, la voz de Jazmina Barrera los pinta de color sepia, -el de “su” nostalgia-, en tu mente. Y si no los conoces, tras haber leído el libro, creerás haberlos visitado tú mismo. Como si te hubieran implantado apacibles recuerdos con la máquina aquella de Total Recall.

En sus páginas redescubres a viejos amigos, como los Stevenson por ejemplo, y haces paradas en lugares comunes; lugares semióticos, mapas emocionales por los que sientes que has transitado años atrás, reflexiones que, quizá, nos hayan asaltado a todos los que, de alguna forma, “coleccionamos” faros… Esas reflexiones de la autora parecieran pertenecer a otro mundo, uno sin teléfonos celulares ni internet; uno donde Walt Whitman todavía se pasease por los bosques componiendo poemas y a cada vuelta del camino, en un claro en la fronda, un pintor paisajista estuviese descorchando una botella de vino para un improvisado picnic. Cada párrafo, cada faro, se tiñe de nostalgia y anhelo; aunque se trate de líneas garabateadas en el momento mismo de vivir la experiencia, la nostalgia está ahí ya, como una raíz negra difícil de extirpar.

Creo que he conectado bárbaramente con los escritos de esta autora mejicana, casi escuchando el “click” en mi cabeza; yo, que acumulo cuadernos de bocetos repletos de faros y playas, de acantilados y barcos pesqueros y puertos y bares donde fui inmensamente feliz, sé que todas esas rayitas hechas en el momento sólo son vanas tentativas de eternizar el instante, de congelar ese momento de Nirvana total, de mantener a tu tripulación eternamente joven. Y de mantener, también, los faros llenos de vida, rodeados de gaviotas y barcos pesqueros, y emitiendo su luz por siempre, sin automatismos, gracias a un farero. Así que, pienso, bocetos, tatuajes y canciones son muletas que ayudan a caminar, por lo que nos quede de vida, atesorando los recuerdos más preciados. Hubiese querido que este “Cuaderno de faros”, simpatiquísimo, durase cien o doscientas páginas más; que la autora me comentase por completo las memorias del viaje de Robert Stevenson y Walter Scott, -leídas ya tiempos atrás-, y que hubiese podido visitar cientos de faros más para contárnoslos todos. Porque sé que los recuerdos de estos raticos, leyendo este libro en la quietud de la madrugada, -mientras la tripulación duerme, joven y hermosa y llena de sueños-, se alargarían también en mi memoria, congelando así los instantes de felicidad en que ha trocado mis desvelos.

Gracias, Jazmina.

¡Salud! 🖤☠⚓

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Ejemplar del libro de Edgar fotografiado delante del faro de Mesa Roldán