A continuación, os presentamos la historia del “faro del Cabo Vilán”; un faro del que se sabe relativamente poco porque las fuentes en internet sólo aportan datos confusos. José María Rodríguez nos avisó del error que cometimos al publicar una efeméride y nos comentó que se había documentado sobre la verdadera historia del faro…
EL FARO DE CABO VILÁN
En plena Costa da Morte, en el municipio de Camariñas, provincia de A Coruña, se encuentra el Cabo Vilán. Este paraje acumula características que le hacen un lugar particularmente atractivo; está ampliamente recomendado en todo tipo de guías turísticas y de viaje y recibe gran cantidad de visitantes que llegan allí llevados por distinto interés, desde amantes de la naturaleza hasta radioaficionados, pasando por aficionados a los paisajes marinos, senderistas, fotógrafos, aficionados a los faros y cualquier otro tipo de viajeros y turistas en cualquier fecha del año. La razón para ello es que el cabo es un verdadero prodigio natural, que ya en 1933 había sido declarado Sitio Natural de Interés Nacional. A este innegable atractivo, hay que sumar que en el Cabo Vilán se ubica uno de los faros más significados de España, como primer faro eléctrico del país y porque su espectacularidad y peculiares características constructivas le han convertido en un verdadero emblema de la Costa da Morte. Hoy repasamos su historia.
EL PRIMER FARO
Este promontorio rocoso se adentra en el mar cerrando por el norte la ría de Camariñas, que está cerrada por el sur por la Punta de la Barca en Muxía. La ría siempre tuvo importancia comercial y pesquera, y a mediados del siglo XVIII se construyó para su defensa un fuerte artillado llamado el Castillo del Soberano. El cabo se adentra en el mar en dirección nor-noroeste con una costa llena de bajíos y rompientes que supone un fuerte riesgo para la navegación, que se agrava por los frecuentes temporales atlánticos. Además, el cabo se prolonga por un gran islote denominado Vilán de fora.
La ubicación del cabo Vilán le convirtió en un importante punto de recalada de paso obligado en todas las rutas desde la Europa atlántica hacia el Mediterráneo, África o Asia. En la zona siempre hubo naufragios y, con el incremento del comercio colonial en el siglo XIX, el número de tragedias aumentó considerablemente. El Plan General para el Alumbrado Marítimo de las Costas y Puertos de España e Islas Adyacentes de 1847 reconocía la necesidad de señalizar el cabo Vilán, pero no daba por segura la construcción de un faro y lo condicionaba al efecto combinado de los faros previstos para las Islas Sisargas y al Cabo Touriñán –que posteriormente se construyó en cabo Fisterra–. El plan establecía que si definitivamente se construía un faro sería una pequeña luz de enlace entre los dos anteriores.
Y así fue, el 10 de julio de 1854 se inauguró un faro de cuarto orden con una torre de 7 metros de altura, luz blanca fija y 10 millas de alcance, dando comienzo la historia del faro. Aquella pequeña vela de aceite de oliva se construyó sobre el mayor error de emplazamiento de la historia de los faros españoles. La casi imposibilidad de construir el edificio en la parte más alta del cabo ocasionó que el faro no se viera desde todo el horizonte marino, sino que tenía un sector ciego de más de treinta grados justo en la zona más saliente del cabo y el Vilán de fora. Durante las obras se trató de retirar el obstáculo con desmontes y voladuras, reduciendo el sector ciego sin llegar a suprimirlo. Antes de inaugurarse ya parecía claro que la única solución era cambiar el faro de sitio.
En 1877 a causa de la petición oficial británica de aumento de alcance se reformó el faro elevando la torre 3 metros, instalando una lámpara de petróleo y un aparato de rotación y lentes para dar una nueva característica de luz blanca fija variada por destellos rojos con un período de 4 minutos; pero estas mejoras no arreglaron el problema del sector ciego.
Durante 1879 la Comisión de Faros planteó reformas en los faros de Galicia y decidió instalar en cabo Vilán un faro de primer orden, lo que necesariamente implicaba una torre mucho más alta y un edificio mayor. Además, como absoluta novedad en España, se previó que el nuevo faro pudiera iluminarse con electricidad.
La necesidad de la nueva construcción resolvió el problema del emplazamiento. El nuevo faro se construiría en el sitio más alto. Sería una gran torre construida sobre las rocas que tapaban al faro viejo. Pero allí arriba no había espacio para el gran edificio necesario para un faro de primer orden lo que obligaba a separar la torre del edificio. La solución fue construir el edificio más abajo, en una explanada abierta aprovechando una depresión del terreno entre las ubicaciones del faro viejo y de la nueva torre, y unir ambos mediante un paso protegido.
Por fin, la Comisión de Faros decidió en 1885 que el nuevo faro fuera eléctrico. La electrificación se aprobó por 4 votos contra 3. El retraso en la decisión y el ajustado resultado de la votación muestra claramente las dudas de la Comisión porque, pese a las ventajas de la iluminación eléctrica, las dificultades para la obtención de la electricidad eran enormes tanto en complejidad técnica como en gasto económico. No obstante, pese a todo, las obras comenzaron en 1888.
En 1890 en la roca Boi, muy cerca del cabo Vilán, naufragó el acorazado británico H.M.S. Serpent, con el resultado de 172 fallecidos. Es el naufragio más conocido de los sucedidos en estas costas. Pese a que la roca Boi está muy alejada del sector ciego, las circunstancias conocidas aparentaban que con un faro más potente la tragedia hubiera podido evitarse. Así, con frecuencia se dice y se escribe que el naufragio fue la causa de la construcción del nuevo faro, pero la realidad es que el cambio del faro había sido decidido once años antes y la construcción del nuevo faro ya estaba avanzada en el momento de la tragedia.
En nuestra próxima entrega conoceremos más datos sobre este interesante faro de la mano de José María. Muchas gracias.
La imagen de cabecera corresponde al “faro del Cabo Vilán”. Ésta y todas las fotografáas que aparecen en la entrada nos las ha proporcionado desinteresadamente José María Rodríguez.