Os presentamos la segunda parte del hilo farero que ha hecho Pablo, en el que nos explica de una manera bastante esclarecedora la historia de los faros relacionándola con obras de arte, pinturas y grabados principalmente. Él es el creador y gestor de ExoCoordenadas, un canal de tecnología sobre la orientación y la navegación.
¿Te gustan los faros y el arte?
He dicho rodeado de agua. Y es que a veces los faros tienen que estar en alta mar para poder guiar a los barcos. Aquí vemos la Torre de Smeaton, una obra del pintor inglés John Lynn. Ese fue el nombre que se le dio al tercer faro de Eddystone, que fue destruido (y reconstruido) tres veces.
Aquí otro faro en alta mar, el faro de Minot’s Ledge, siendo trágicamente derribado por una tormenta en 1851. Sí, el oficio de farero era muy peligroso como se puede apreciar en la ilustración del semanario «Gleason’s Pictorial» de Boston que se conserva en la Library of Congress en Washington.
A veces hacía mucha falta poner un faro en alta mar pero no era posible construirlo. En esos casos se usaban buques faro. Tienen una potente luz en lo alto del mástil y se quedan anclados en alta mar durante meses como se puede ver en el grabado de Sheila Terry recogido en la colección «A Travers l’Électricité» (G. Dary, Paris, 1900).
Con el tiempo los buques faro utilizaron luces giratorias para producir destellos. Por eso tuvieron que agrandar la linterna en lo alto del mástil como se puede apreciar en la pintura del Donald Maxwell «A Lightship’s Xmas Dinner».
Los buques faro tienen todo el casco pintado de rojo, para poder distinguirlos de otros barcos como queda reflejado en la pintura de Kenneth M. Sibley sobre el buque faro -Edinburgh-.
Los buques faro a menudo sufrían tormentas y colisiones con otros barcos. Aquí vemos el óleo de Charles J. Mazoujian en el que aparece el buque faro Nantucket que fue trágicamente partido en dos por un transatlántico parecido al Titanic, el -R. M. S. Olympic-, que navegaba con niebla en 1934.