Breve introducción a la historia de los faros
Podemos considerar sin exagerar un ápice que los faros son una de las construcciones más sorprendentes de todas las que ha construido el hombre. Son la conexión entre el mar y la tierra.
Los faros se construían en un principio para que los navegantes tuviesen una referencia de los lugares. Carecían de iluminación porque la navegación era de cabotaje, así que su principal finalidad era la de señalizar los puntos geográficos problemáticos o simplemente los lugares. Cuando los marinos empezaron a adentrarse en alta mar y arribaban a zonas desconocidas se hizo patente la necesidad de iluminarlos porque la navegación ya no se hacía solo con luz natural.
Los construían para que los barcos supieran dónde estaban ubicados los puertos, al mismo tiempo servían para prevenir naufragios en zonas de difícil navegación. Como norma general se ubicaban en puntos estratégicos, pero la climatología es muy caprichosa y muchos de ellos han cambiado su ubicación original para mejorar la funcionalidad de los mismos.
Una de las ventajas más positivas que tenían los faros en los casos de naufragios era que los primeros que podían socorrer a los náufragos eran los fareros. De ahí, esa importancia en su labor porque eran insustituibles en años en los que las comunicaciones eran prácticamente inexistentes tal y como se conciben hoy en día.
La imagen de cabecera corresponde a un cuadro de Salmon, Robert W.; Bidston, Wirral, Old Lighthouse and Flagpoles en Merseyside Maritime Museum.