Con esta entrada, nuestro amigo José Rey Ripollés, da por finalizadas sus vivencias y recuerdos junto al antiguo faro de Valencia. Nos comenta que tiene infinidad de anécdotas, pero considera que no son tan relevantes como para narrarlas. Quizás sus recuerdos sean compartidos por miles de valencianos que durante décadas disfrutaron de este faro y en la actualidad, tan sólo pueden verlo desde la añoranza de unos recuerdos que se van disipando con el paso del tiempo.
-Última etapa del faro-
… los años siguen pasando y mis hijos se hacen mayores. A ellos los llevaba desde bien pequeños al Faro. El mayor de 10 años y el pequeño de 7 tuvieron un regalo que les cambió un poco la manera de divertirse, ya que les compré unas cañas más potentes. Así, los tres con nuestras respectivas cañas marchábamos a pescar a unos sitios que descubrí en mi juventud. Los inicié en una afición con la que yo disfruté tantas tardes. Les di las clases de pesca correspondientes, les enseñé a montar las cañas, el carrete, los flotadores, las plomadas, y por supuesto, el cebo vivo. Era muy agradable ver con qué ilusión y paciencia esperaban a que saliera alguna pieza (casi siempre caía alguna, y menudo escándalo montaban, pura ilusión). Fue una etapa de mi vida en la que disfrutábamos los tres muchísimo, hasta tal punto les caló hondo todo esto que me pedían ir a pescar en invierno con un frío que pelaba y a veces lloviendo. En invierno si que íbamos alguna vez, pero sin lluvia, los niños lo quieren todo.
Vamos a dar un salto grande en el tiempo… mis hijos a las edades de 20 y 17 años (puedo decir que, en la pesca me habían superado con creces). Ellos ya iban allí con sus amig@s y hacían su marcha. El pequeño me sorprendió un día, puesto que estaba haciendo unas pulperas que yo no tenía ni idea de para qué servía eso, ya que nunca las había visto. Me dijo que entre octubre y noviembre [que es la época del pulpo] veía como los viejos del lugar, sacaban buenas piezas. Pues bien, hizo 4 pulperas y nos fuimos a ver si teníamos suerte. Ese día el cogió tres pulpos, yo ninguno. ¡Ja, ja, ja! Ya había sido rebasado con creces también por el pequeño.
Recuerdo que fui a bucear con ellos, al mismo sitio donde empecé yo. Cogíamos las bicicletas, y de paso, hacíamos algo de deporte. Algo que ha marcado mi vida, fue el día que iba yo solo al Faro. Aquella mañana me dio por coger la bici, unos folios y un lápiz. Me senté en un buen sitio, y como pude, dibujé el faro, algo de la escollera y un fondo borroso con dos villas marineras, que en días claros se pueden ver desde allí. Este dibujo quedó para el recuerdo un día 1 de mayo de 1995, a las 12:50 horas como plasmé junto a mi primera firma farera.
El tiempo pasaba y todas estas rutinas ya eran algo obligatorio. Íbamos al faro con nuestros amigos y los hijos, Muchas veces, cuando hacia buen tiempo, nuestras mujeres preparaban bocadillos y llevábamos las cañas, las neveras para las bebidas, etc. Aquello era una maravilla, tiempos que ya no volverán. No se puede vivir de recuerdos, pero es bueno no olvidarlos porque forman parte de nuestras vidas, cerca del precioso Faro.
El final como en algunas película o historias no siempre termina bien… La Generalidad Valenciana y la alcaldía acordaron cambiarlo todo hasta el punto que, como muchos sabéis, la ciudad sufrió una gran trasformación para celebrar la edición anual de la America’s Cup. Construyeron dentro del recinto portuario un circuito de Formula 1. Así fue como empezaron a modernizarlo todo hasta que en el año 2009 el faro dejó de funcionar. Apagaron su luz, sí esa luz que antaño tanto ayudó en tiempos de temporal y sirvió como orientación. Pero fue en 2015 cuando cerraron definitivamente su acceso al público, coincidiendo con la inauguración del nuevo faro, que para mí parece una obra abstracta de esas que son difíciles de entender.
El antiguo Faro con sus 110 años de historia quedó en el olvido, encallado en las cercanías de la Autoridad Portuaria. Ahora sólo se puede ver a lo lejos como una figura en miniatura. Sigue allí, pero ya no puedes tocarlo. Está completamente rodeado de nuevos diques, grúas más altas que el propio faro y contenedores almacenados en sus aledaños. Ya veis todo este tinglado… Os podéis imaginar que toda esta transformación se realizó gracias al dinero de los contribuyentes. La gente protestó, se reunieron firmas para que no se perdiera el legado de tantos años, pero no se pudo hacer nada y el gran coloso al final perdió la batalla del modernismo, lástima…
Con esta amarga reflexión creo que ha llegado el momento de dar por concluida la narración de mis vivencias; siempre las llevaré en mi corazón. Si miráis con detenimiento las fotos de cabecera y con un poco de imaginación creo que podréis verme pescar, pasear por la zona, etc.
Saludos a todos los que leáis mis recuerdos y vivencias. Recordad que están escritas desde la más absoluta sinceridad, Aquí queda mi humilde aportación de mi historia farera. En la actualidad, sabéis que sigo disfrutando de lo faros, viendo fotografías, y sobre todo, pintándolos. Gracias.
Muchas gracias, José, por transmitirnos tantos recuerdos de toda tu vida junto a este emblemático faro, que por desgracia no se pueden repetir en la actualidad, por la ampliación del Puerto de Valencia. Te agradecemos todo el tiempo que nos has dedicado, y te felicitamos por haber sido tan feliz junto a un faro, por inculcarle ese amor a tus hijos, y sobre todo, por hacernos partícipes de tus vivencias y recuerdos.
La imagen de cabecera corresponde al primer dibujo de un faro que hizo José Rey. Se trata del antiguo faro de Valencia, como bien nos ha contado en esta entrega de sus recuerdos. Años más tarde, retomaría su afición por dibujarlos, hasta la actualidad.