Ganadores de los Microrrelatos 2022

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CONCURSO DE MICRORRELATOS -MIKROKONTAKIZUNEN LEHIAKETA-

Con motivo del Día del Libro, la Asociación de Amigos de los Faros de Euskadi -Euskadi Itsasargien Lagunak- propuso a todos sus seguidores un interesante concurso que consistía en redactar una historia, un personaje, un faro… en un máximo de 120 palabras. Tras recibir decenas de microrrelatos, acaban de publicar los nombres de los ganadores de su concurso de microrrelatos de 2022.

El jurado compuesto por los periodistas Mikel Huarte e Iría Rodríguez ha emitido el siguiente fallo:

  •  1er puesto: Puerto seguro. Autor: Bastián Márquez.

     PUERTO SEGURO

Devorar racimos de kilómetros con la sonrisa de aves que migran, desplegadas las alas, suave brisa de cola. Vetusta susurra leyendas de Finisterre, pero este lienzo sabe a Levante, a salitre y azahar. Y ella, que es puerto y es faro. Cada segundo, más.

  • 2º puesto: El viejo faro. Autor: Alfonso Martínez (Irún).

    EL VIEJO FARO

- ¿A dónde has dicho que vamos?
- Ya estamos llegando, papá 
...
- ¿A dónde vamos?
- Estamos cerca del viejo faro, ¿te acuerdas?
- El viejo faro... sí claro, pasábamos las tardes de verano con tu madre y tu hermano, merendábamos en la campa con los amigos del pueblo, nos bañábamos y al anochecer veíamos llegar los barcos al puerto guiados por la luz del viejo faro… cómo olvidarlo.
- Ya no está en funcionamiento el viejo faro, hay uno moderno… y las rocas donde nos bañábamos son ahora un superpuerto… ya nada es como antes.
- Sí, pero… ¿dónde has dicho que vamos?
- Al viejo faro, papá, al viejo faro.
- ¿El viejo faro?, no me suena
  • 3er puesto: Dos balizas. Autor: Paco Martínez (Sevilla).

    DOS BALIZAS

Fueron dos balizas las que una noche, perdido entre la oscuridad y la tempestad, me señalaron el rumbo a puerto. Son dos balizas, una a babor, otra a estribor, las que con sus destellos me dicen dónde está la paz y la seguridad. Navego y veo otras luces, pero el timón y la brújula de mi barca solamente conocen un rumbo, y yo, navegante entre galernas, busco cada noche el puerto de abrigo de su pecho, el cobijo de los rompeolas que forman sus brazos, y entre ellos echo las amarras de mis brazos al noray de su cintura y atraco la barca de mi corazón bajo la luz protectora de las dos balizas que son sus ojos.