Os traemos un nuevo relato a esta sección de Jordi denominada “Sueños de un farero”. Esperamos que os guste tanto o más que a nosotros. Si no podéis esperar a la siguiente publicación os recomendamos ver en las redes sociales los trabajos de Jordi de Mallorca.
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El tiempo, los faros y los agujeros negros
El tiempo no para, sigue a su ritmo y es relativo. Sentimos en carne propia como una misma tarea de diez minutos se puede convertir de forma absurda en meses. Decimos que no depende de nosotros, que nos falta tiempo, que la vida va muy deprisa… Si nos dejamos llevar, por una parte es así y por la otra vemos que nos disfrazamos de excusa para no ver una realidad que siempre estuvo allí. La solución está más cerca de lo que imaginas.
Nuestra energía, al igual que el tiempo es limitada. Deberíamos disfrutar de ese recurso tan escaso para no arrepentirnos. Hacer aquello que nos llene de verdad, nutrirnos con pequeños detalles que llenen el alma. En realidad es lo único que importa. Tenemos ese superpoder y muchos lo desperdiciamos.
¿Cuantos te quiero se han perdido en la nada? ¿Cuantos besos y abrazos se han quedado enquistados en el corazón? ¿Cuantas palabras llenas de amor se quedaron en la punta de la lengua? ¿Cuantas conversas profundas tuviste en los últimos años? ¿Muy pocas verdad? Todas ellas acariciadas por la brisa de un «no tengo tiempo» y en realidad no cuesta tanto hacer un paréntesis en la vida. Usemos ese superpoder, paremos el tiempo con un beso, un abrazo, un te quiero de verdad o un te amo con locura. Hablemos, besemos, abracemos y digamos lo que sentimos sin miedo. Paremos el tiempo ¿Por qué renunciar a ello?
Dejemos de complacer a los demás por egoísmo o por seguir sus ritmos. Usemos el tiempo para sembrar amor en nuestro jardín y entonces como si de un truco de magia se tratara veremos que todo lo que nos rodea será un reflejo de lo que somos. No podemos dar si no tenemos nada. Observa a esas personas que son como agujeros negros, como un jardín sin flores. Verás que no sembraron nada. Solo buscaron llenarse con alguien que cubra sus carencias, descuidando lo que debían hacer para que aquello siguiera floreciendo. En realidad dedicarse tiempo a uno mismo es algo que debemos hacer. Si nos descuidamos podemos terminar como uno de esos agujeros negros o jardines sin flores. Hoy en día regarse y cuidarse de puertas hacia dentro es raro, algo así como un lujo.
Algunas almas a pesar de estar en la distancia, son un faro, una luz que debemos seguir o cuidar. Tienen sus propios tiempos. Al contrario que los anteriores, incluso después de fallecer, se hacen inmortales. Su luz sigue encendida. Estén donde estén los sentimos muy cerca. Gente extraordinaria que vale la pena conocer y que por norma general no se quejaba, simplemente vivía, disfrutaba, cuidaba su jardín y enseñaban el camino a seguir por si algún valiente lo quería intentar. Aprendamos de ellos. No es fácil, pero tampoco es imposible.
Lo importante es darnos tiempo, regarnos, soñar, cuidarnos, estar aquí y ahora con quien tenga unos latidos parecidos a los nuestros. Dependerá de ti aprovechar el tiempo, desperdiciarlo, ir hacia la luz o hacia la oscuridad, arrancar flores o sembrarlas, ser un agujero negro o un faro en la noche. Depende de ti, de tu tiempo y de tus actos.