Entrevista a Leonardo Archila, autor de «El arcano de Majuy»

Hoy os presentamos a Leonardo Archila, un escritor colombiano, más concretamente de Bogotá, que este verano ha publicado su primera novela, “El arcano de Majuy”. En primer lugar, queremos disculparnos con él por la tardanza en la publicación de esta entrevista. A continuación queremos agradecerle su colaboración desinteresada.

Leonardo es filósofo, egresado de la Universidad Nacional de Colombia, pero no es nuevo en estas lides, puesto que trabajó como editor para editoriales tan importantes como Planeta o Intermedio Editores. Hoy en día dirige su propio proyecto editorial, Piélago Perpetuo, que publica libros que tengan que ver única y exclusivamente con el mar.

El autor con un ejemplar de su libro

La primera pregunta que nos viene a la mente es ¿qué relación guarda el cerro de Majuy con los faros?

No sabría decirlo, aunque si vinieras a Bogotá podrías darte cuenta que el Majuy es como un faro que marca el oeste-nor-oeste de la Sabana, la gran planicie sobre la que se extiende la ciudad. En un sentido figurado, o si quieres poético, todas las montañas son faros, como pasa con el cerro La Popa, en Cartagena de Indias, o con la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña costera más alta del mundo. En mi novela esta sierra nevada, que se llama Tayuna, es un gran faro que marca un lugar sagrado, y en general allí se da cuenta de cómo las montañas eran sagradas para algunos pueblos indígenas como los muiscas, antiguos habitantes de Bogotá, quienes las adoraban por su cercanía con el cielo, y por lo tanto con el sol y la luna, y por ser sus cimas uno de los lugares donde se despedía a los muertos. Y esa labor la cumplió, y la cumple, el Majuy.

Este verano la editorial Rey Naranjo Editores publicó tu novela. ¿Cómo se ven las cosas desde el lado del escritor? ¿Es fácil negociar?

Bueno, debo decir que todos mis años en la industria editorial me sirvieron mucho en esta nueva etapa de ser autor-editor al mismo tiempo. Lo primero, no darme tanta importancia como autor, pues tuve que lidiar con los egos de varios autores y pude constatar que no hay nada de qué creerse tanto; y por otro lado, conocer el mundo del libro desde dentro también me permitió conocer en profundidad qué hay detrás de una publicación y eso facilitó mucho la negociación con mi editor y en general todo el proceso editorial, pues así como fui muy respetuoso, también pude exigir de modo razonado a mis editores, y la verdad toda la gestión salió muy bien. Respecto a lo otro, en general pienso que cuando hay interés siempre va a ser fácil negociar, siempre y cuando haya claridad y honestidad en ambas partes, y eso aplica para cualquier circunstancia de la vida.

Nuestros lectores siempre quieren saber si los autores tienen algún vínculo especial con los faros, ¿es tu caso?

Sí, los faros ejercen en mi una atracción particular. Uno de los recuerdos más fuertes de mi primer viaje al exterior, que tuve la increíble fortuna de hacerlo a bordo de un barco mercante, fue poder ver faros desde el mar. Recuerdo en particular uno que me marcó, y cuyo haz de luz sigue de alguna manera iluminando en mi alma, como fue el faro de Cádiz. Desde que arribamos a la ciudad pude ver a su estela darle sentido no solo a la costa, sino a la noche y al horizonte entero, y luego caminando por la ciudad pude ver su halo pasando rasante por encima de esquinas y edificios. Era invierno y el contorno de la luz era de una precisión y una claridad increíbles, parecía barrer completamente el cielo. Luego tuve sueños persistentes en los que sentía cobijo y protección bajo su luz. Me vinieron a la mente entonces, y luego se convirtió en una especie de estribillo propio, las palabras del escritor gallego Álvaro Cunqueiro, quien hablaba del “látigo de luz” de los faros. En el mismo viaje conocí otros puertos con faros importantes como: Barcelona, Marsella o Génova, pero ninguno me impacto ni me marcó tanto como el del castillo de San Sebastián. Hace poco me enteré de que habían cambiado las luces del faro. No sé cómo será que alumbra ahora, pero eso que viví hace 30 años, nunca volví a ver nada igual.

De todos los faros que hay en tu país, ¿cuál es el que más te gusta? ¿has podido visitarlo?

Hay dos faros muy bellos e históricos, que además se pueden ver de cerca, como son: el faro de Castillogrande en Cartagena de Indias y el faro del Morro en Santa Marta. Son los únicos en mi país que yo conozca que están construidos con torre, “a cal y canto”. Pero el que más me ha emocionado ver fue el de Punta Gallinas, en la Guajira, el faro más al norte de toda Suramérica, que pude ver brillar en la noche en el viaje de regreso, el mismo viaje de la pregunta anterior, cuando veníamos navegando a favor de la corriente del mar Caribe desde Maracaibo, en Venezuela.

¿Qué te inspiró a escribir un libro sobre la navegación?

Mi experiencia y mi vida en el mar. El viaje que te cuento, como te podrás imaginar, me cambió la vida. En ese entonces yo era un estudiante universitario que solo conocía del mar la playa, pero de vuelta a tierra esa vez llegué decidido a convertirme en marinero, a dedicar mi vida a navegar. Y así lo hice, solo que por apenas un lustro, pues mi país, pese a tener costas sobre los dos océanos más grandes del planeta, vive de espaldas al mar, de modo que no tuve oportunidad de seguir haciéndolo por distintas razones. Pero en mi corta vida de marinero adquirí una visión de mundo y de las relaciones humanas que me han permitido sortear todas las vicisitudes de la vida, y por eso empecé a escribir inspirado en ese punto de vista, y pese a situar a mis personajes en un río, en la novela están todo el tiempo navegando, aguas abajo, con el propósito expreso de llegar hasta el mar.

Desde tu punto de vista, ¿cuál es la interpretación que se le puede dar a los faros?

Los faros son avisos, de peligro, de costa, de posición para el navegante, y en ese sentido son referencias que ubican, protegen, indican y designan un rumbo correcto, lejos del azar y del riesgo. Esas construcciones maravillosas, aunque sean simples estructuras metálicas como el de Punta Gallinas, o preciosos edificios como la Lanterna o el del Morro, con su presencia nos orientan, con su luz nos ponen alertas con un mensaje de serenidad, de seguridad, de confianza. Y así como los navegantes necesitan del faro para sus navegaciones, las personas requerimos luces que nos indiquen si vamos por el camino debido, montañas que nos permitan ubicar nuestro lugar en el mundo. Los faros son las señales que nos permiten habitar el mundo, sean estos reales o figurados.

Ya para terminar, háblanos de tu editorial, ¿cómo es eso que sólo publican libros que tengan que ver con el mar?

Piélago Perpetuo es una editorial que solo quiere publicar libros que hablen del mar, del agua, del océano, de los viajes, en fin, del infinito. Sin importar el género o el formato o el soporte, mientras el agua y sus vaivenes sean protagonistas, será una publicación de Piélago Perpetuo. Es un esfuerzo independiente, con recursos propios, o sea que no está definida por el “tontos por ciento” de los que habla Sabina, y sus libros como embarcaciones son hechos manualmente sin afán, pero con mucha dedicación, pura carpintería de ribera. Apenas llevamos un par de años y un par de títulos, pero no tenemos prisa, ya subirá la marea y podremos botar al agua más títulos.

Muchas gracias, Leonardo.