Os presentamos la sexta entrega de Las Luces del Largo, una serie de “reseñas” realizadas por Edgar Max, dibujante y creador de Bill el Largo (de ahí el título). Edgar ha escogido algunos de los muchos libros que ha leído sobre faros y los va a comentar desde una perspectiva muy singular.
6. FYRAR RUNT ÖSTERSJÖN
(Magnus Rietz)
Sólo de mirarlo ya me entra frío y me invade la nostalgia.
Lo compré en una librería de Gotemburgo en diciembre de 2019, cuando todavía no sabíamos que un mundo de confinamientos y mascarillas nos aguardaba faca en mano a la vuelta de la esquina. Los ejemplares iban precintados y no se podía hojear el interior, pero me la jugué igualmente, sin tener tampoco ni idea del significado del título. Tampoco me fijé en si todas esas coronas suecas eran muchos euros. Ya sabéis, esos impulsos cuando estás de viaje, el dinero parece de mentira y no quieres ni pensar en regresar al hogar.
Cuando lo abrí por fin en el Olhallen delante de unas pintas experimenté un extraño momento de asombro que ahora, en verdad, es bastante vergonzante (sobre todo para un profesor de Ciencias Sociales). Un mapa a doble página de un mar se desplegaba ante mí plagado de numeritos y sin un solo topónimo. Supuse acertadamente que cada numerito era un faro pero, estúpidamente, no reconocí el mar. Ni siquiera, por unos segundos, tras mirar la orientación de la rosa de los vientos. Esperaba encontrarme la fachada occidental de Suecia y estaba claro que eso no lo era. Me sentí memo total hasta que un trago de cerveza negra después entendí la cuestión: sólo tenía que girar el libro para reconocer el mar Báltico. Eran, pues, los 181 faros del Báltico. Y yo un tarugo.
Siempre he visto los mares interiores con algo de tibieza y no pude evitar sentir cierta decepción. Pedí otra ronda de porter y lo fui hojeando. Poco a poco, un universo de faros totalmente desconocidos se desplegó ante mis ojos. Aprisionados en mares de hielo algunos, vetustos y abandonados en islotes otros, bañados por la aurora boreal unos cuantos, sepultados por metros de nieve los que más… Trago a trago, página a página, me fui encariñando con los faros fríos y misteriosos de Suecia, Dinamarca, Alemania, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Rusia y Finlandia. Pese a no entender ni papa de sueco estaba claro a qué país pertenecía cada uno y, al menos, los metros de altura y el año de construcción. Para mí, suficiente; las espectaculares fotografías hablaban por sí solas. El autor mostraba el mismo deleite en retratar la belleza desolada de los parajes y los detalles de las lentes; también cierta prolijidad a la hora de recrearse en los desmanes de la climatología y el abandono. Algunos -pocos- fareros sonrientes, embutidos en monos para el frío extremo, despiertan una simpatía rayana en la lástima; dan ganas de invitarles a un vodka. En definitiva, es un muestrario hermoso y glacial.
Ahora, en mi recuerdo, la imagen de aquella tasca atestada de parroquianos, con las mesas juntas a más no poder, ruidoso y desenfadado, se asocia siempre a la de este tochaco de faros congelados y elegantes incluso en su decadencia. Y parecen remembranzas de otra vida y otro mundo.
¡Salud!
La imagen de cabecera corresponde al cartel dibujado por Edgar Max para su sección “Las Luces del Largo”. En él se incluye la portada del sexto libro -Fyrar Runt Östersjöns- de Magnus Rietz.