Amor incondicional hacia la Torre de Hércules por Gelo

En esta entrada os vamos a desvelar qué es lo que hace que un hombre de mar como lo es nuestro amigo Gelo tenga una autentica veneración hacia un faro. En su caso, hacia la Torre de Hércules.

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La admiración no solo ha quedado plasmada en sus pensamientos y recuerdos sino también en su piel

Gelo fue un marino coruñés, curtido en muchas tormentas y con cientos de millas náuticas recorridos a través de las aguas que bañan la costa gallega. Nos cuenta sin darle mayor importancia (para nosotros la tiene y mucha) que embarcó con 17 años en un arrastrero [barco de pesca]. En su primer viaje ya percibió esa admiración hacia el que él denomina su faro, la Torre de Hércules. Conforme se iba alejando de la costa miraba hacia atrás y veía que la luz del faro era lo único que le seguía uniendo a tierra hasta que finalmente acabó perdiéndolo de vista. Ese gesto se repitió a lo largo de cientos de singladuras. Cada vez que Gelo perdía de vista la luz de la Torre de Hércules sentía en su interior una mezcla de emoción y miedo, en medio de una noche siempre oscura, con mejor o peor tiempo. Era algo con lo que convivió durante tres años. Para todos aquellos que lo analizamos desde fuera parece poco tiempo pero para aquella persona que sale a navegar con la incertidumbre de lo que se va a encontrar tras faenar es una barbaridad.

Cuando regresaba a puerto, su faro, la Torre de Hércules, era quien le anunciaba que todo iba bien, que a sus espaldas le esperaban tanto su familia como sus amigos. Esa luz le reconfortaba casi tanto como una taza de caldo caliente tras una “chuvia” contundente. Así una y otra vez. El mismo sentimiento y la misma necesidad. En aquel instante sin ser consciente aun de ello empezó el fervor hacia este coloso.

Gelo considera que por eso el faro siempre fue y seguirá siendo una referencia para él. Y como agradecimiento a todos los días o noches en los que la silueta o bien la luz del faro le acompañaban tanto a él como a sus aguerridos compañeros en su regreso a casa decidió tatuarse el faro de A Coruña en su pierna derecha.

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Con la inserción de las coordenadas del faro el tatuaje está acabado

Queremos agradecerle a Gelo que nos haya abierto su corazón y nos haya narrado una historia de amor y respeto tan sincera hacia un instrumento que además de servir de ayuda a la navegación sirve de inspiración a muchos marinos.

Eso es todo…buena mar!!!

Autor: Los faros del mundo

Egresado del primer máster de "Historia y Patrimonio Naval" de la Universidad de Murcia que pretende conseguir y difundir la mayor cantidad de información posible sobre el fascinante mundo de los faros.

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